La relación entre Cristina y Quintero sigue pendiendo de un hilo, aunque la vuelta de un antiguo cliente les da una ligera esperanza de salvar el despacho y su amistad.
La detención de Ciriaco y la salud de Hugo tiene a los vecinos de la Plaza de los Frutos con el alma en vilo, preocupados e inquietos por lo que será de ambos.